Reportagens

50 años de la Masacre de Tlatelolco en México

En México no existe la búsqueda de personas desaparecidas forzadamente. Para referencia están los casos relacionados con la guerra sucia de los años 60’ o el Conflicto Armado Interno no resuelto, sucedido desde 1994. El derecho a la verdad y la justicia no han sido garantizados y los hechos continúan en la impunidad.

La Desaparición Forzada en México ha tenido dos etapas fundamentales: la primera etapa corresponde a la aplicada en la guerra contra grupos y movimientos sociales, defensores de derechos humanos, quienes se organizaron para evidenciar la violencia de los malos gobiernos ante la propuesta de cambio y paz. La segunda etapa es la implementada en la acción de guerra múltiple, sistémica y generalizada.

El contexto que imperó durante la primera etapa referida fue la implementación de violencia selectiva hacia los movimientos sociales y de derechos humanos, que se generalizó y dio como consecuencia la Masacre en Tlatelolco, entre otros hechos graves. En Chiapas esta violencia se expandió en la guerra contrainsurgente a partir del levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), en enero de 1994.

y el olor de la sangre mojaba el aire, y el olor de la sangre, manchaba el aire”[1]

El 2 de Octubre de 1968 “miles de personas se concentraron en la Plaza de las Tres Culturas de la capital mexicana con el fin de escuchar a los líderes del movimiento estudiantil, alineados en el Consejo Nacional de Huelga (CNH)[2]. Cuando el último orador del día se dispuso a hablarle a las masas desde el tercer piso del edificio Chihuahua, un helicóptero que sobrevolaba la zona lanzó bengalas de colores verdes y rojas sobre la plaza. Era la señal de ataque […] Así comenzó la matanza de Tlatelolco, masacre organizada por el Ejército mexicano, la Dirección Federal de Seguridad y un grupo parapolicial conocido como el Batallón Olimpia o “Brigada Blanca” que, vestidos de civil, se infiltraron en la multitud, identificándose entre sí con un guante blanco en la mano izquierda. Según los datos de la Comisión de Verdad, el saldo de muertos supera los 300 (para las fuentes oficiales oscilan entre 20 y 28 muertes), además de 700 heridos y 5 mil estudiantes detenidos”[3]. El movimiento estudiantil del ’68 fue la primera gran movilización de la sociedad por los derechos humanos y civiles. Sobre aquella masacre hubo “verdad pero no justicia”.

El 2 de octubre de 2018, se cumplieron 50 años de una historia de injusticia que ha seguido pendiente por la corrupción e impunidad de los gobiernos en México. Asimismo, hace 25 años que comenzó la guerra asimétrica prolongada en Chiapas, que constituye una guerra integral de desgaste que se ha sucedido en distintas etapas y modalidades hasta la actualidad.

La conmemoración de los 50 años de la manifestación del Movimiento Estudiantil en Tlatelolco y la masacre como respuesta del Estado, es una fecha que invita a reflexionar sobre lo que se expresó, significó y transformó en estas cinco últimas décadas que determinan el México actual.

El ’68 es la expresión de la barbarie institucional, representada bajo un régimen de gobierno del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que hoy se ha mimetizado en los diversos partidos políticos mexicanos, lo cual representa la caducidad del sistema de partidos.

En contrapunto, el ’68 significó la transformación de raíz profunda, generadora de luchas y resistencias alternativas al sistema capitalista. Así también, el cambio de estructura desde abajo en la profundidad cultural de las formas de hacer política, expresión democrática y de libertades que buscan un cambio de sistema desde una definición que hoy se expresa como claramente anticapitalista y antipatriarcal.

El ‘68 se define -por principio- desde abajo, en una persistencia que se centra en los derechos humanos y la transformación cultural, impulsando un choque frontal con el status quo, que va pasando de generación en generación;  en un espíritu de lucha por la justicia, verdad, memoria y no olvido.

El ’68 expresa también el autoritarismo que deviene de la historia represiva del gobierno mexicano y que desemboca en una espiral de violencia, repleta de hechos que constituyen crímenes de lesa humanidad. Hay una línea de terror que podríamos enunciar simbólicamente como Tlatelolco – Acteal – Ayotzinapa (1968 – 1997 – 2014). En ninguno de los casos se han esclarecido los hechos ni se ha hecho justicia, a pesar de la denuncia y la demanda nacional e internacional al respecto.

La segunda etapa de desapariciones forzadas en México,  la guerra múltiple, sistémica y generalizada, corresponde a los años más recientes. En un periodo de 12 años, las desapariciones forzadas de personas se han incrementado en cifras que ofenden a la humanidad. 24,943 personas fueron desaparecidas durante el gobierno de Felipe Calderón y para esta fecha suman ya más de 37,000 personas desaparecidas, sumando el sexenio de Enrique Peña Nieto.

Dada esta crisis de derechos humanos en México, provocada porque las instituciones no garantizan la seguridad de las personas en el territorio mexicano, el Estado se convierte en responsable por acción, colusión y omisión. En muchos de los casos, con su involucramiento directo, tal como se ha comprobado por los vínculos de diversos funcionarios de los gobiernos en el caso Ayotzinapa.

En esta segunda etapa, la desaparición forzada, crimen de lesa humanidad, ha afectado a toda la población, entre la que se encuentran: migrantes, estudiantes, defensores de derechos humanos, mujeres, indígenas, periodistas, comerciantes, policías, trabajadores, niñas, niños, familiares de los desaparecidos… La violencia es generalizada en todo el país, siendo un territorio en condiciones de guerra sin que existan contendientes declarados como tales, con una profunda crisis humanitaria y, por consiguiente, de derechos humanos.

La persistencia y el recrudecimiento de prácticas represivas en el presente, particularmente con la puesta en práctica de la desaparición forzada de personas como mecanismo sistemático de eliminación de personas, eludiendo asumir responsabilidades e impartir justicia, es preocupante para México y para el mundo. Esta situación ha sido resultado de la persistencia de un esquema de impunidad generalizada en un país que se muestra al mundo como democrático, abierto y ajeno a la historia de dictaduras y regímenes militares de sus pares latinoamericanos y caribeños.

El Movimiento Estudiantil de 1968 fue semilla de la cual germinaron importantes luchas por la defensa de los derechos humanos en México. El camino ha sido muy difícil y doloroso para la sociedad mexicana. La maduración de la sociedad civil y su participación en la democracia y la vida política del país, ha venido acompañada del ejercicio de la represión (cuya intensidad ha variado de baja a muy alta) por parte del Estado y sus grupos paramilitares, incluyendo redes y organizaciones criminales que actúan impunemente.

Los familiares, con su digna y persistente búsqueda, le han enseñado al pueblo mexicano a luchar por la Verdad, la Justicia y no Olvido. Es con ellos y ellas con quienes nos sumamos a su lucha y resistencia. Es con ellas y con ellos con quienes caminamos al lado suyo hasta encontrarlos, hasta encontrarlas.

¡2 de Octubre No se Olvida!

¡Ni perdón, Ni Olvido!

¡No olvidamos a las personas desaparecidas en México y en el mundo!


Comunicado FRAYBA sobre los 50 años de la Masacre de Tlatelolco:

El Movimiento Estudiantil de 1968: Semilla de los derechos humanos en México


[1]        Poeta nahuatl

[2]        Desde hacía más de dos meses se enfrentaba en las calles, y desde las universidades, al gobierno autoritario del presidente priísta Gustavo Díaz Ordaz. 14 días antes el ejército nacional había violado la autonomía universitaria ocupando las instalaciones de la UNAM, persiguiendo y deteniendo a los estudiantes organizados.

[3]              https://www.muyhistoria.es/contemporanea/preguntas-respuestas/que-fue-la-matanza-de-tlatelolco-411515066630